Saturday, May 2, 2009

Rumbo a Katsina y las otras tragedias de la Sharia

Mi compañera de viaje era Caroline, periodista francesa que trabaja en las oficinas de París y tiene la sobrenatural capacidad de ser elegante con 50 grados centígrados a la sombra. Durante todo el camino encontramos poco tráfico, y largas filas de carros y okadas en frente de las estaciones de gasolina; Hay escasez de combustible en el sexto mayor productor de petróleo del mundo. A la mitad de camino cambiamos el carro oficial y Gumbo, su conductor, por un Peugeot viejo, conducido por Yusuf. El paisaje se fue haciendo mas y mas seco. Al final aire caliente entraba por la ventana del carro a toda velocidad.

Después de siete horas finalmente llegamos a Katsina, Caroline sacó sus cigarrillos y se sentó en el balconcito de la calle, yo la acompañaba como entusiasta fumador pasivo. Empezábamos a relajarnos cuando nos recordaron que estamos en territorio musulmán, que una mujer no puede fumar en público y mucho menos mostrar sus hombros. Sin dudarlo, Caroline apagó el cigarrillo, desapareció dentro de la casa y regresó con una camiseta blanca que le quedaba enorme. 

Esa noche el grupo se reunió en el prohibido bar camuflado detrás del hotel. Era un espacio enorme enmarcado por cuatro paredes sin techo, sobre una de las paredes se proyectaba una película nigeriana que tenía ese ambiente barato y sobreactuado de las novelas, yo me entretenía mirando las estrellas y con el recuento de las aventuras de los equipos de terreno. Todos bebimos cerveza y comimos mal. Caroline fumó lenta y silenciosamente, pero para tristeza de todos, y muy especialmente mía, nunca volvió a mostrar los hombros. 



No comments:

Post a Comment