Sunday, June 7, 2009

Lapidarium 2

Aún hoy las cicatrices nigerianas le gritan al mundo: mi padre y mi madre pertenecen a la tribu de allá, al oeste tengo cientos de hermanos de tribu que me ayudan y me protegen, todos ellos tienen estas mismas marcas, porque el hermano es quien comparte tribu, no sangre. Después de un tiempo empiezas a darte cuenta que las marcas también pueden estar en los brazos, en medio del pecho, en la nuca, pequeñas, apenas perceptibles al lado de los ojos. Hace tan solo 10 años un hausa sin cicatrices era un bastardo, alguien sin padre, sin tribu.

 

 

 

Lo peor que le paso a África fue la llegada del carro. Olviden la esclavitud que se robo generaciones, las armas de fuego que trajeron los europeos, olviden también malaria, Sida, Bono y Geldorf, los malos gobiernos, la corrupción, y la fuga de cerebros. Todas las mañanas millones de africanos se suben a sus carros, hacen filas de horas para comprar gasolina, algunos empiezan desde el día anterior, y después están listos para andar por las calles a una velocidad de vértigo ignorando toda regla de básica de transito, o sentido común: Hoy encuentro totalmente lógico que los policías de trafico tengan AK47s, ahora se que no son indiferentes, simplemente se han rendido a la anarquía de las calles.

 

 

Un Fiat rojo y destartalado de placas OW44PHC. Uno de los pasajeros se baja y abre el baúl y aparecen 4, tal vez 5 cabras apiñadas una sobre otra. Arregla una que parece estar acostada y se vuele a subir. 

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